Uno de ellos lo brinda su colorido plumaje con predominio del verde oliva, acompañado de rojo y amarillo. Obviamente un color circense.
El otro motivo es su bulliciosa; pero muy bulliciosa presencia.
Su pico es bien encorvado y ganchudo.
Sus patas son gruesas y fuertes con dos dedos dirigidos hacia adelante y dos hacia atrás.
Este detalle de sus dedos prensiles es una adaptación eficaz de las aves trepadoras.
Pero por si esto no fuera suficiente, el pico es otra herramienta para asirse con firmeza y facilitar el desplazamiento entre las ramas de los árboles y mantenerse en cualquier posición, incluso cabeza abajo.
Además; digno de los más refinados modales, esa distribución de
los dedos le permite tomar el alimento con su pata y llevárselo a la boca para alimentarse.
Viven en todas partes de nuestro país.
Con la llegada del invierno, las poblaciones más australes migran hacia el norte buscando clima propicio.
Son gregarios. Sus bandadas no se deshacen ni siquiera durante la época de la reproducción.
Cuando vuelan sobre los campos en procura de alimento, los Loros Barranqueros producen una algarabía ensordecedora. Su diálogo multitudinario se prolonga cuando se posan en los árboles.
En bulliciosas bandadas, pueden mantener un vuelo sostenido. Cuando hay viento fuerte, vuelan al ras del suelo, tan próximos que a veces van describiendo las sinuosidades del terreno.